martes, 13 de noviembre de 2012

Abril 2012

http://www.deia.com/2012/04/04/sociedad/euskadi/benedicta-encuentra-a-su-hija-robada

Bilbao. Ayer fue un día importante en las causas abiertas por casos de bebés robados, ya que una madre que ha podido reencontrarse con su hija confirmó la denuncia contra la monja que presuntamente fue responsable de esta separación. Es el primer caso que llega a un juzgado y evidencia que las investigaciones en torno a los robos de niños no van al ritmo que demandan las familias afectadas, pero poco a poco se producen avances y hay padres que localizan a sus hijos, hermanos que encuentran hermanos e hijos que pueden conocer a sus verdaderos padres.

Este es el caso de Pilar Monclús, una mujer que reside en Barcelona y que hace unos días se reencontró con Benedicta García, la madre que hace 46 años dio a luz en Bilbao a una niña que dejó al cuidado de unas monjas y que desapareció sin más. Según un reportaje emitido por Antena 3, Benedicta García tiene 73 años y reside en Logroño, pero hace 46 años trabajaba y vivía en Bilbao. Aquí dio a luz una niña a la que con apenas veinte días de vida dejó al cuidado de las monjas que atendían la maternidad.

Las religiosas le explicaron a Benedicta, que entonces tenía 28 años, que podía dejar allí a su hija con la condición de que fuera a visitarla periódicamente. Como Benedicta trabajaba en el servicio doméstico iba a ver a su niña los jueves y los domingos, pero un jueves cuando acudió a visitarla, Pilar ya no estaba. "Las monjas me dijeron que podía dejar a la niña, y es que yo quería tenerla conmigo", explica Benedicta tras el reencuentro con su hija.

Tras la desaparición del bebé de la maternidad de Bilbao, Benedicta, que nunca quiso dar a su hija en adopción, puso una denuncia que no logró aclarar nada ni localizar a la niña. Sin embargo, hace un año contrató un detective porque -dice- "solo deseaba encontrarla, quería verla antes de morir".

una funcionaria Pilar, la hija de Benedicta, vive en Barcelona y descubrió que fue un bebé robado a raíz de la llamada de su madre biológica. Explica que cuando recibió la llamada telefónica se puso "supernerviosa" y temblaba tanto que tuvo que tomarse varias tilas. Una vez confirmado el parentesco y reunidas, Benedicta y Pilar han podido descubrir que al día siguiente del parto, en la partida de bautismo de la niña ya figuraban los apellidos de sus padres adoptivos y que el bebé fue inscrito en el registro de expósitos para su adopción.

Pilar cuenta que un familiar le comentó que sus padres adoptivos habían pagado por ella, que no sabía qué cantidad, pero que sí, "que habían pagado". Pilar también ha podido averiguar que en la familia con la que creció hay varios casos de adopciones en los que intervino la misma persona: una conocida de sus padres adoptivos que trabajaba en la Diputación de Bizkaia. Pilar cuenta que esa conocida de sus padres era una funcionaria de la Diputación y que se ocupaba de todos los trámites en esas adopciones de niños que ella ha podido detectar en su entorno familiar.

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