http://www.deia.com/2012/04/04/sociedad/euskadi/benedicta-encuentra-a-su-hija-robada
Bilbao. Ayer fue un día
importante en las causas abiertas por casos de bebés robados, ya que una
madre que ha podido reencontrarse con su hija confirmó la denuncia
contra la monja que presuntamente fue responsable de esta separación. Es
el primer caso que llega a un juzgado y evidencia que las
investigaciones en torno a los robos de niños no van al ritmo que
demandan las familias afectadas, pero poco a poco se producen avances y
hay padres que localizan a sus hijos, hermanos que encuentran hermanos e
hijos que pueden conocer a sus verdaderos padres.
Este es el caso de Pilar Monclús, una mujer que reside en
Barcelona y que hace unos días se reencontró con Benedicta García, la
madre que hace 46 años dio a luz en Bilbao a una niña que dejó al
cuidado de unas monjas y que desapareció sin más. Según un reportaje
emitido por Antena 3, Benedicta García tiene 73 años y reside en
Logroño, pero hace 46 años trabajaba y vivía en Bilbao. Aquí dio a luz
una niña a la que con apenas veinte días de vida dejó al cuidado de las
monjas que atendían la maternidad.
Las religiosas le explicaron a Benedicta, que entonces tenía
28 años, que podía dejar allí a su hija con la condición de que fuera a
visitarla periódicamente. Como Benedicta trabajaba en el servicio
doméstico iba a ver a su niña los jueves y los domingos, pero un jueves
cuando acudió a visitarla, Pilar ya no estaba. "Las monjas me dijeron
que podía dejar a la niña, y es que yo quería tenerla conmigo", explica
Benedicta tras el reencuentro con su hija.
Tras la desaparición del bebé de la maternidad de Bilbao,
Benedicta, que nunca quiso dar a su hija en adopción, puso una denuncia
que no logró aclarar nada ni localizar a la niña. Sin embargo, hace un
año contrató un detective porque -dice- "solo deseaba encontrarla,
quería verla antes de morir".
una funcionaria Pilar,
la hija de Benedicta, vive en Barcelona y descubrió que fue un bebé
robado a raíz de la llamada de su madre biológica. Explica que cuando
recibió la llamada telefónica se puso "supernerviosa" y temblaba tanto
que tuvo que tomarse varias tilas. Una vez confirmado el parentesco y
reunidas, Benedicta y Pilar han podido descubrir que al día siguiente
del parto, en la partida de bautismo de la niña ya figuraban los
apellidos de sus padres adoptivos y que el bebé fue inscrito en el
registro de expósitos para su adopción.
Pilar cuenta que un familiar le comentó que sus padres
adoptivos habían pagado por ella, que no sabía qué cantidad, pero que
sí, "que habían pagado". Pilar también ha podido averiguar que en la
familia con la que creció hay varios casos de adopciones en los que
intervino la misma persona: una conocida de sus padres adoptivos que
trabajaba en la Diputación de Bizkaia. Pilar cuenta que esa conocida de
sus padres era una funcionaria de la Diputación y que se ocupaba de
todos los trámites en esas adopciones de niños que ella ha podido
detectar en su entorno familiar.
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